Lima .- En medio de una frágil situación política y social, el nuevo presidente de Perú, Francisco Sagasti, nombró un Ejecutivo abiertamente orientado a cumplir sus promesas de estabilidad, esperanza y justicia para la violenta represión de las movilizaciones ciudadanas que costaron la vida a dos jóvenes.
La tensión que dominó la vida del país suramericano durante la última semana comienza a difuminarse, impulsada por los pasos conciliadores del mandatario, que refrendó con la elección de su gabinete la sensibilidad para atender los pedidos de la ciudadanía para la que ostensiblemente fue elegido.
Frente al gabinete de su predecesor, Manuel Merino, quien dimitió el domingo bajo la presión de la movilización ciudadana, Sagasti sí ha parecido capaz de convocar un Ejecutivo de expertos diverso y con holgura suficiente como para satisfacer las presiones de la calle, el mundo económico, el deseo de justicia y la juventud que ha sido protagonista excluyente de la resistencia contra los abusos de la vieja clase política peruana.
Significativo fue así el nombramiento de Violeta Bermúdez, una abogada feminista, con experiencia de Gobierno y especializada en temas de gobernabilidad y derechos humanos como nueva primera ministra de Perú.
Bermúdez, ampliamente respetada en el país, es una firme defensora de las políticas de igualdad y una opción evidentemente sensible para la juventud movilizada, en la que la presencia femenina está siendo extraordinariamente relevante.
Como paradoja, el Gabinete que dirigirá Bermúdez no es paritario no es paritario y quedó formado por ocho mujeres y diez hombres. EFE